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De sol a sol y aprovechando al máximo el cielo azul que regalan los primeros días de octubre, los productores de txakoli de Bizkaia se afanan estos días en recoger con mimo los miles de kilos de uva con los que elaborarán durante las próximas semanas el preciado caldo dorado.
Se trata de una labor agotadora, que precisa de rapidez y de mucho cuidado para conseguir que el fruto llegue intacto a la bodega donde será prensado y se pondrá a fermentar. Este año, según datos ofrecidos por la Denominación de Origen Bizkaiko Txakolina se calcula que la cantidad de litros de txakoli que llegue a las bodegas sea similar a la del año anterior, unos 1.428.100. Ahora, los productores están centrados en la vendimia y creen que se alargará hasta el día 15 de octubre, en aquellas variedades tardías.
DEIA se ha colado en dos vendimias para conocer de primera mano la labor que durante dos semanas realizarán los elaboradores y productores de txakoli en Bizkaia. Arkaitz Larrazabal y Unai Sulibarria son los responsables de las bodegas Gure Ahaleginak, de Orduña, y Torre de Loizaga, de Galdames, respectivamente. Como el resto de los productores vizcainos, tanto Larrazabal como Sulibarria han iniciado esta semana la recogida de la uva.
Sobre las 8.00 horas ya están preparados para comenzar a recoger, racimo a racimo, los miles de kilos de uva que se depositan en cestos de 16 kilos. “No nos podemos permitir que la uva sufra o se dañe. Es fundamental que el fruto esté perfecto porque es otro de los elementos importantes para que el resultado sea el esperado”, apunta el joven productor de Orduña, Arkaitz Larrazabal.
Hace cuatro años que cogió las riendas de un negocio que iniciaron sus padres como afición. “Estudié Enología en Logroño y me he metido de lleno en este mundo, que me fascina. Es muy duro, pero reconozco que me encanta lo que hago”, confiesa emocionado. Su intención es dedicarse toda la vida a la producción de txakoli. “Me gano la vida ahora y espero jubilarme elaborando txakoli”, confiesa. La bodega Gure Ahaleginak marcó el miércoles la fecha de inicio de la vendimia. “Es clave el día de comienzo”, comenta Arkaitz.
“Es entonces cuando te la juegas. El día que se comienza con la vendimia tiene que hacer buen tiempo y que la uva esté sana. En el caso de que tengas calidad y que la uva esté sana lo importante es que la pelleja del fruto esté maduro. Es ahí donde se van a obtener los aromas. El color de las pepitas también es muy importante que sea marrón, que no tenga partes verdes; si las tiene, aunque la uva tiene 13 grados de alcohol la uva sigue estando verde”, describe el productor. Por el momento y a falta de una semana para finalizar con la recogida de la uva en las tres hectáreas de terreno que tiene en el barrio Ibazurra, Larrazabal asegura que la calidad es mejor que el año pasado, aunque la cantidad que están recogiendo es un 15% inferior. “Hay que esperar al final”, apunta.
GRADUACIÓN Y de Orduña a Galdames, a casi treinta kilómetros de distancia, los responsables de la bodega Torre de Loizaga también han marcado esta semana para dar comienzo a la vendimia de 2016. Según relata Unai Sulibarria han estado alargando la fecha porque “no conseguíamos la graduación deseada”. Y prosigue: “Estaba en los 11-12 grados. Ha sido imposible lograr los 13. Al final hemos decidido comenzar a recoger porque corríamos el riesgo de que la uva terminase demasiado madura y se estropease la cosecha”, apuntan.
Y es que un solo fallo puede echar a perder el trabajo de un año entero. Muchas veces se la juegan a una carta. “A veces intentas conseguir una mayor graduación pero dependes del clima. Hoy mismo [por ayer] a la mañana el termómetro marcaba en Galdames ocho grados. Hacía frío. Hemos esperado a que se quitase el rocío para empezar”, explicaba el productor. Estos días el tiempo acompaña y el sol calienta para acompañar al equipo que trabaja en las cinco hectáreas de terreno en las que tienen plantados los viñedos. Este año además de la marca Torre de Loizaga y Errota Zaharra (vino de año), los productores de Galdames se van a lanzar con un txakoli rosado, conocido como ojo de gallo. “La idea es sacar unos 600 litros”, apunta.
Estas dos semanas no hay tiempo para el descanso. Los productores del txakoli vizcaino -auténticos artesanos- controlan desde la poda hasta la maceración en barrica. Todos y cada uno de los pasos que se deben dar hasta que el vino llega a la botella. “La gente no sabe el trabajo que hay de fondo. Tienen una botella de vino y no saben lo que hay detrás”, coinciden ambos. Larrazabal y Sulibarria consideran que hay dos maneras de ver este negocio. Una es la macroindustria y la otra es la que con mimo, de manera manual y a pie de viñedo, realizan los pequeños productores que sudan la gota gorda entre largas filas de parras verdes. “Estos son vinos con alma”, los obtenidos de vendimias también con alma.
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