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«Would you like some gildas and txakoli?» Los restaurantes bilbaínos se ponen las pilas por los turistas

 Los restaurantes cuidan el manejo del inglés para ofrecer un mejor servicio ante la masiva llegada de clientes extranjeros

 

Luis Gómez · Domingo, 14 de septiembre 2025

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José Antonio Ramos, jefe de sala del Bilbao Berria, al que el Gobierno vasco distinguió el año pasado como uno de los profesionales más importantes de la hostelería de Euskadi, juzga «fundamental» el conocimiento del inglés entre los empleados de bares y restaurantes.

«En estos momentos, sí o sí, hay que saber inglés. Y, si no hablarlo perfectamente, sí, al menos, «poder defenderse para mantener una conversación mínima por la impresionante cantidad de turistas que recibimos».

De hecho, en las entrevistas de trabajo programadas por este restaurante de Ledesma la primera pregunta que realizan a los aspirantes siempre es la misma: ‘¿Sabe usted inglés?’.

Según Ramos, su aprendizaje, hoy en día, resulta «tan importante» como saber de «gastronomía y enología.

Tienes ganado el 80% de un cliente si te entiendes con él», garantiza.

El bum turístico de Bilbao, con la gastronomía como uno de sus principales reclamos, ha cambiado las reglas del juego, sobre todo entre los establecimientos «turísticos», a juicio de Hector Sánchez, gerente de la Asociación de Hostelería de Bizkaia (AHB).

Esta «necesidad» es apremiante entre el aproximadamente 30% de los fogones de la capital vizcaína que calcula viven sobre todo de los visitantes de otros países.

La facturación extranjera llega a alcanzar en algunos establecimientos el 50% de los ingresos, según Félix Parte, propietario de locales emblemáticos como el Amaren, Víctor Montes y el antiguo Boulevard.

El acento internacional de camareros, cocineros y maitres es sobresaliente en muchos de ellos, especialmente en los comedores del Ensanche y de la Plaza Nueva.

Sobresaliente, matizan, no solo por el número cada vez mayor de trabajadores que perfeccionan sus conocimientos cada semana asistiendo a clases pagadas casi siempre por las empresas -«nos encargamos de su formación», se felicita Ramos- como por la alta cualificación de los empleados que se desenvuelven en el idioma de Shakespeare.

«Aparte de tener grado escolar en bilingüe, también saqué el Advanced (nivel avanzado equivalente al C1)», detalla Borja Ramos, que estudió en el colegio americano de Berango y trabaja en el Cubita de Colón de Larreátegui.

No se trata únicamente «de salir del paso». La formación es crucial y visible también en los hoteles, remarca Joseba Goirigolzarri, presidente de Destino Bilbao, principal organización sectorial de Euskadi.

Se calcula que el 90% de los alojamientos hoteleros cuentan con personal que atiende en inglés a los huéspedes

La atención a los clientes es, obviamente, muy desigual.

«Prácticamente inapreciable en la hostelería de Deusto, Santutxu y Zorroza, y en municipios como Nabarniz o Plentzia, por poner un ejemplo.

Evidentemente, no es lo mismo. Ojalá toda la hostelería vizcaína supiera expresarse en distintos idiomas.

Eso que ganaríamos», reconoce Sánchez. Sin embargo, en los restaurantes poblados de visitantes internacionales no solo se escucha el inglés.

Cada vez es más habitual ver a los camareros dirigiéndose a franceses y alemanes en sus lenguas de origen.

Ya a nadie le sorprende escuchar desde la barra frases del estilo ‘Do you want some gildas and txakoli?»

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Borja Ramos, Cubita
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«Los hoteles te derivan más clientes si hablas bien inglés»

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¿Es fundamental el inglés para trabajar? «Sin duda. Con cada vez más turistas, el nuevo escenario exige hablar con ellos y explicarles muy bien las cosas», alega Ramos.

Hay razones de peso que aconsejan «entenderse» con los clientes y facilitarles la estancia.

«Los hoteles si saben que hay alguien que habla bien inglés, te derivan más clientes», detalla.

Hay otros aspecto importante: la satisfacción del trabajo bien realizado tiene también recompensa.

«Agradecen mucho pedir lo que quieran y que les saques de dudas sin ningún tipo de complicaciones», alega.

Generalmente, este tipo de comensales suele repetir al día siguiente. «Vienen un día, hablas con ellos y regresan otra vez solamente por la facilidad que encontraron al poder entenderse.

Hablarles en inglés, tratarles bien y que les guste lo que les has dado… Eso es lo más importante hoy en día», explica Ramos, que destaca la generosidad de los británicos con las propinas en contraste con los estadounidenses. «No dejan tanto», dice.

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Juan David Zapata, Abando
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«A los británicos les da mucha pena no saber castellano»

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El colombiano Zapata, caleño del Valle del Cauca, vive desde hace dos años en Bilbao y lleva 20 meses en el restaurante Abando.

Lo mismo prepara pintxos que cócteles. Habla un inglés perfecto, que aprendió en un tiempo récord.

«Se me da muy bien. Siempre me preguntan cómo y dónde lo aprendí», reconoce. También sabe portugués y francés y le encantaría estudiar euskera, que considera «muy interesante, pero complicado».

En Lanbide tuvo la oportunidad de hacer el A2 pero se dio cuenta de que «no era suficiente».

De tanto tratarles asegura que los ingleses suelen acercarse a la barra «entre avergonzados y apenados» al no poder dirigirse en castellano.

Sin embargo, en el momento en que los saluda en su idioma, «se relajan y se dirigen de una manera mucho más fluida.

Agradecen mucho estar en un lugar donde puedan expresarse como ellos quieren», afirma. Aunque en su país hizo un curso de Administración de Empresa, se decantó por la hostelería.

«Es donde mejor puedo expresarme con la gente. Los clientes, británicos y franceses, se sorprende de que no hable tan fuerte», subraya.

Zapata elogia el apoyo de su jefe, Carlos Gómez Cámara. «Me aconseja cómo administrar mi dinero y tiempo y que no lo gaste en fiestas», desliza este joven aficionado a los videojuegos.

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Enrique Varela, Bilbao Berria
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«Me pedían una caña y creía que querían una de azúcar»

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Hondureño de 50 años, emigró a los 14 a California y lleva seis en Bilbao.

Le apasiona la hostelería y comenzó fregando platos. Trabajó en el Brass de Pozas, ya cerrado, y en el Indusi de García Rivero. Aparte del inglés, entiende «bastante de italiano».

Sabe lo que el cliente desea en cada momento:

«Quiere sentarse en la mesa y sentirse satisfecho y feliz». A Varela le da igual servir en la barra o salir al comedor. Adora el «contacto» con el cliente y trabajar «en un restaurante tan importante y conocido».

Asume que lo que más le costó fue familiarizarse con platos que nunca había visto en Estados Unidos.

«No entendía nada cuando me pedían un bacalao al pil-pil o a la vizcaína o tenía que preparar un kalimotxo.

Me pedían una caña y pensaba que se referían a una caña de azúcar. Pero enseguida empecé a ‘agarrar’ el significado de palabras como zurito».

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Jose Miguel Ortega, Amaren
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«Los chinos son los turistas que menos inglés hablan»

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Tiene 38 años que no aparenta y es hijo de una filipina y de un donostiarra.

Nació en Lanzarote y vino a Bilbao «por amor» hace cinco años. Trabajó en el Víctor Montes y no dudó en fichar por el Amaren, del mismo grupo.

«Me encanta el diseño, su infraestructura, el servicio que dan y su especialidad: el chuletón», remarca.

Vivió año y medio en California. «Casi todos me hablaban en inglés y, quieras o no, se me iba metiendo en la cabeza».

También sabe alemán y se defiende en francés. «Sería impensable que los restaurantes bilbaínos no tuviesen empleados manejándose en varios idiomas.

El inglés es imprescindible vayas donde vayas. Más para atender a los comensales, que desde que entran por la puerta desean que les muestres una cara sonriente».

Tras atender a franceses, alemanes, holandes y hasta rusos en el Amaren, confiesa que los clientes asiáticos son los que menos inglés hablan.

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