Una ruta de invierno desde el ratón hasta los viñedos de txakoli
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Getaria y Zarautz (Gipuzkoa)
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Getaria es una localidad que mira al Cantábrico, con un pasado marinero glorioso. Aquí nació, en 1486, Juan Sebastián Elcano, el comandante de la primera expedición que dio la vuelta al globo. Y en su muelle amarraban también los barcos balleneros que se la jugaban en los confines del mundo conocido. Zarautz es una de las mecas del surf y balneario estival por excelencia. Pero no todo en estos dos municipios guipuzcoanos tiene que ver con su esplendoroso litoral. Porque tanto Getaria como Zarautz tienen montaña. Ni muy extensa ni muy elevada, pero lo suficiente como para constituir una imponente atalaya sobre el océano y un entorno digno de visitar.
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En bici
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Distancia 12 km.
Altitud máxima 210 m.
Desnivel 290 m+.
Pendiente máxima 13%.
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La ruta en bicicleta de hoy arranca en Getaria y nos permitirá conocer las sendas y el Camino de Santiago que lleva a la vecina Zarautz. Son apenas 12 kilómetros y muy poco desnivel (unos 250 metros), teniendo en cuenta que el regreso lo haremos por carretera, pegados a la costa. La excursión no entraña demasiada dificultad. Solo el tramo de descenso final a Zarautz puede ponernos en algún aprieto por el mal estado del empedrado.
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Partimos de los alrededores del Museo Balenciaga, otro ilustre vecino de Getaria. Pedaleamos por un camino rural hacia el cementerio. El firme está bien. No es difícil progresar. Alcanzamos el punto más alto de la ruta un par de kilómetros más adelante, en un paraje muy cercano a la ermita de Santa Bárbara, ya en Zarautz. Antes nos hemos podido recrear con las espectaculares vistas de Getaria y su península con forma de ratón que se adentra en el Cantábrico.
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El lugar merece mucho la pena, sobre todo en los días invernales, cuando apenas hay paseantes, porque se respira la tranquilidad y se huele el salitre del mar, el mismo que surcó Elcano. A partir de aquí hay dos lugares que uno no se puede perder. El primero es el torreón de la finca Vista Alegre, una extraña estructura de corte clásico construida a comienzos del siglo XX como anexo al palacio de los Condes de Villapadierna. El otro punto insoslayable son las vistas sobre Zarautz desde los viñedos de txakoli.
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