Ulibarri Artzaiak «Cada vez hay más espacios con menos vida»
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GAIZKA OLEA
Viernes, 13 de marzo 2020
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El día de la visita para este artículo, Iker y Asier Ulibarri y su padre, Ángel, están pendientes del parto de una oveja. Estamos en la temporada en la que nacen los corderos y conviene, si es posible, permanecer atentos para que esta acción tan natural vaya bien.
Por la salud de la madre y la cría, pero también por el negocio. La venta de corderos lechales es una de las actividades de los hermanos Ulibarri, no la más importante, pero nunca está de más disponer de alternativas para cuadrar los números.
En el monumental caserío Isuskitza Handi, en Gordexola, en la muga con Álava, los balidos de las ovejas rompen el silencio de un espacio privilegiado. A 20 minutos de Bilbao, a poco más de 10 de Llodio, este lugar situado en un alto, rezuma serenidad.
Web eneek.eus.
Los Ulibarri, naturales de la localidad alavesa de Okondo, son pastores por herencia familiar. Hace unos 20 años adquirieron el caserío, ya en terreno vizcaíno, para desarrollar su actividad en una superficie de unas 30 hectáreas.
Hace 18 plantaron dos hectáreas de viñedo para elaborar su propio txakoli. Por curiosidades geográficas, hacen sus quesos en Okondo y el vino, en Gordexola.
Los hermanos producen dos marcas de txakoli: Ulibarri, con crianza sobre lías, y Artzai, fermentado en barrica y con el coupage de tres elaboraciones diferentes. La añada 2014 de este último mereció el primer puesto en una cata organizada en noviembre pasado, con motivo del 25 aniversario de la Denominación de Origen Txakoli de Bizkaia. Es también un reconocimiento a la apuesta de los Ulibarri por los sistemas de producción ecológica, que venía condicionada por que es la forma de explotación que eligieron para su rebaño y sus quesos.
Algo tan novedoso entonces que tuvieron que recurrir a una bodega del País Vascofrancés, cuyos responsables les aconsejaron que pidieran asesoramiento a técnicos de Burdeos. «La agricultura ecológica y la convencional son dos mundos –asegura Iker–. Nosotros no aspiramos a producir a cualquier precio, sino una maduración lenta y sana de la uva; queremos que las plantas se estresen lo mínimo».
Y el lego se pregunta cómo puede pasar eso. Ulibarri explica que una viña que da muchas uvas tiene más posibilidades de atraer plagas o enfermedades si llueve mucho en los esenciales meses de agosto y septiembre. «Con las técnicas ecológicas, la planta no está estimulada ni sufre estrés», resume. Ellos creen en lo que hacen porque son testigos de lo que está sucediendo; ven el monocultivo de los pinares, el cambio de una sociedad agrícola a otra industrial, ven que «cada vez hay más espacios con menos vida, hay menos anfibios o cangrejos en los ríos, hay menos pájaros».
Habrá que creerles, los hermanos viven allí, pero mientras tanto siguen trabajando: cuidan el viñedo situado detrás del caserío, hacen queso, atienden a las ovejas y a los corderos y eligen a los lechales que se quedarán para renovar el rebaño. Los otros irán al matadero de Llodio y serán envasados en medias canales para su venta en la comarca y a compradores de Madrid o Barcelona.
–¿De tan lejos?
–Ya lo creo, hace poco vino por aquí un británico que había oído hablar de nuestro txakoli para comprar unas botellas.
Los Ulibarri hacen venta directa de los quesos y sus estupendos caldos blancos en ferias, tiendas, mercados o clientes conocidos, aunque una parte del txakoli se destina también a la exportación. «Los vinos ecológicos o naturales tienen una gran consideración, porque es un producto auténtico que nace en explotaciones pequeñas», concluye Iker.
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