Parece que fue ayer cuando un pequeño grupo de baserritarras y ganaderos de Muskiz y algún que otro foráneo se animó, al calor de la propuesta hecha por la concejalía de Cultura que presidía Iñaki Lejarza, a plantar en las campas del capitalino barrio de San Juan de Musques sus tenderetes prolijamente adornados de ramas y flores para vender los productos de sus huertas, sus frutales, sus corrales y sus bodegas artesanales.
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“Ahora la feria es más amplia, con más productores y más variedad pero menos familiar”, señaló Itziar Etxebarria, fruticultora de Gatika, que lleva viniendo de manera ininterrumpida a esta feria que, de no ser por la pandemia, hubiera celebrado ayer su 42 edición.
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“Recuerdo, en el caso de las frutas, que había muchos pequeños productores de la zona de Muskiz que venían con ilusión con su manzanas o sus peras. Éramos seis o siete y la mayoría locales”, rememoró esta mujer que durante décadas ha mantenido el cariño que su padre, José Etxebarria, les inculcó hacia los frutales autóctonos.
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“Él nunca quiso las Golden”, aseveró Iratxe que ahora, junto con su marido David Torre, ha emprendido un a nueva línea de producción de zumos de uva y de manzana y anda estos días totalmente pendiente de la cosecha de los viñedos que han ido creciendo en detrimento de los frutales.
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“Comenzamos el viernes con las variedades foráneas y algo de Hondarribi zuri y tendremos como para un mes con un ojo en la tierra y el otro en el cielo”, apuntó esta productora, que ayer domingo disfrutó con el primer premio del concurso de Bizkaiko Txakolina con su blanco Aihen, cosechado en 2020 y que tras pasar dos años en barrica ha logrado una producción cercana a los 5.000 litros.
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Profesionalización
El concurso txakolinero, que también distinguió a la bodega Magalarte de Lezama por su variedad beltza
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y a Bodegas Txabarri de Zalla por su variedad Ojogallo, es uno de los exponentes claros de cómo la feria de Muskiz, su evolución la ha convertido en una gran cita en Bizkaia y la primera en Ezkerraldea, Meatzaldea y Enkarterri para los productores con el IAE agrario.
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“El gran salto que dio la feria de Muskiz fue la profesionalización. Uno de allá arriba del pueblo que elaboraba 100 litros de txakoli, bajaba con el txakoli.
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De repente, eso se acabó, con el nacimiento de Bizkaiko Txakolina, que fija unos criterios estrictos de producción y elaboración, desde la plantación de la vid, hasta su embotellado.
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El jurado de la cata de txakolis estuvo formado por miembros de Asociación de Sumilleres de Bizkaia.
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Aihen 2020 de Butroi en Gatika, envejecido en barrica de castaño en la categoría de blancos, el Ojo de gallo 2023 de Txabarri (Zalla) en rosados y el Aitu! 2022 Magalarte Lezama en tintos con hondarrabi beltza y garnacha.
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El panel de cata estuvo formado por miembros de la Asociación de Sumilleres de Bizkaia.
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Encarnación Méndez, Fernando Rastrilla, Iratxe Rementeria, Guillermo Pérez de Heredia, María del Mar Portillo.
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La cita
Multitudinaria. Desde hace años la organización no aporta datos de asistencia, pero cabe destacar que la feria de ayer vivió una de sus afluencias más multitudinaria de las últimas décadas. El buen tiempo sin duda colaboró en el éxito de un evento que contó con 63 productores diferentes comarcas del agro vizcaino.
Apoyo al agro. La diputada foral de Medio natural y Agricultura, Arantza Atutxa, señaló ayer que la feria de Muskiz “es una maravilla” y destacó la importancias de “ver a la gente volcada en esta feria y consumiendo producto local, dando valor al agro vasco”. En este sentido, vista la amplia representación, la diputada aseguró que esta feria pone de relieve que el agro vasco “tiene músculo para ofrecer calidad”.
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