DATARON aproximadamente entre los años 940 y 978 la construcción de las partes más primitivas de la fortaleza analizadas de momento. Varios siglos antes de lo que barajaba. Asimismo, han desenterrado un cuartel, valioso testimonio de las no tan estudiadas guerras carlistas.
En 2025, por fin se adentrarán en la plataforma superior de 500 metros cuadrados con intención de alcanzar el estrato medieval que puede seguir reconfigurando el pasado de Balmaseda.
No necesariamente este mismo año, dada la magnitud del terreno a abarcar, advierten para no despertar falsas expectativas. En paralelo a los cuatro veranos de campañas arqueológicas, la Cátedra UNESCO de Paisajes Culturales y Patrimonio ha afianzado la fase de creación de recursos que faciliten las visitas, como plataformas y paneles informativos.
En este sentido, la reconstrucción parcial del portón de acceso o salida al alojamiento de las tropas en 1836 eleva otra imagen icónica al skyline de la villa que trasciende lo visual.
Y es que el Cerro del Castillo ignorado entre maleza en la fotografía cedida por la asociación cultural Orexinal –defensora del potencial del yacimiento y artífice de su estudio– que se visualizó durante el balance de las intervenciones acometidas en 2024 resurge aumentando el interés de una abarrotada kultur etxea por lo que “ya podemos ir llamando el castillo”, una ciudad en miniatura con sus propias dinámicas intramuros y de cara a la villa cambiantes a lo largo de los siglos.
Este arco “nos permite asociar una simbología muy potente en nuestra memoria colectiva, nos desvela el poder de cruzar un umbral, que define el límite de lo público y lo privado, lo expuesto de lo doméstico, de lo íntimo o de lo prohibido, viene a continuar completando un carácter ya perdido y que hay que comenzar a intuir, a interpretar en el ideario del conjunto defensivo”, destacó Urtzi Llano, Doctor en Arquitectura, Urbanismo y Patrimonio e Investigador de la Cátedra UNESCO de Paisajes Culturales y Patrimonio de la Universidad del País Vasco. Por eso, “nos parecía relevante que estos espacios se pudieran entender”.
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Balcón panorámico
Además de estabilizar algunos muros y actuar sobre los suelos para un paseo más cómodo, la consolidación y puesta en valor se ha materializado en tres paneles informativos.
También se han acondicionado tres pasarelas dotadas de barandillas integradas en el entorno. Una de ellas, móvil y otras dos que ofrecen panorámicas sobre el cuartel y el foso respectivamente. Este año se instalará otra que funcionará como un balcón colgante sobre Balmaseda que “permitirá dialogar con el hábitat paisajístico y cultural de las viñas de txakoli que irán creciendo sobre la ladera” y dará la bienvenida a quienes suban.
Actuaciones “poco intervencionistas manteniendo prácticamente la materialidad que observamos cuando llegamos en 2021 y nos ayuda a dar forma a esa narrativa que la gente nos demandaba”, detalló el director de la excavación, José Luis Solaun Bustinza, Doctor en Arqueología e investigador de la Cátedra UNESCO de Paisajes Culturales y Patrimonio.
Todo, sujeto a actualizaciones conforme avancen los trabajos. De ahí que la información expuesta no profundice todavía en la etapa medieval, en la que el equipo se sumergirá pronto.
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500 metros cuadrados
Este año subirán a la parte superior de 500 metros cuadrados donde se cree que podrían reposar los restos más primitivos del castillo. Ahí, por ejemplo, se alzaba la torre, “pensamos que casi coetánea de la fundación de la villa de Balmaseda a finales del siglo XII o principios del XIII”.
Dicha superficie equivale “casi a tanto como lo que hemos excavado hasta ahora”, –un 20% del total–, así que llaman a no lanzar las campanas al vuelo en cuanto a los plazos y tener paciencia.
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Primarán “la horizontalidad”, cubrir la extensión al completo que brindará “una visibilidad de las estructuras infinitamente más potente y una recuperación más pausada”. Modus operandi que “encierra un pero: no podremos profundizar tampoco en exceso en los veinte o treinta días que estaremos allí”. En concreto, “desde finales de mayo y durante el mes de junio”.
Aun así, “conocemos algunos datos”. En la esquina suroeste ya se estudió en 2022 un área que había sido dinamitada, lo que destapó “la caja negra cronológica con unos tres metros de espesor en este punto”.
De más a menos reciente, identificaron la destrucción y abandono de la fortaleza en 1838 y, de manera definitiva, en 1839, el desmantelamiento de la torre en 1836 con la consiguiente reutilización de sillares y el desmoche de la misma en 1835, así como las estratigrafías medievales: “varias capas de cebolla que deben de iniciarse en el siglo X en una secuencia que se extiende a lo largo de 500 ó 600 años”.
Abierto por obras
La tradicional visita guiada para fomentar la socialización del proyecto se prevé sen junio, en una fase avanzada de la excavación con el fin de compartir los progresos con la ciudadanía. “Estamos encantados de que vengáis”, animaron ambos ponentes”, comparando el modelo de abierto por obras con el exitoso precedente de la catedral gasteiztarra de Santa María.
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La planificación posterior “dependerá de lo que hallemos”, anticipó Urtzi Llano, sobre la posibilidad de enfocarse otra vez en el cuartel de 1836 “porque puede que pervivan otros elementos que debieron conformar esa población militar”.
En cualquier caso, la continuidad de esta iniciativa que arrancó la pasada legislatura está garantizada, con una inversión de alrededor de 725.000 euros con horizonte 2027. “Ilusionante y tractora, entronca con nuestra esencia”, como resaltó el actual concejal de Cultura, Txetxu Txarramendieta, quien agradeció “la contribución del Gobierno vasco a las subvenciones”.
Asignatura pendiente, la mejora de los accesos peatonales desde el casco histórico. “Queremos apostar por el viejo camino de la infantería, que parte cercano a la plaza de San Severino”, indicó Urtzi Llano. “Podríamos pisar por donde pisaron, posiblemente también en la Edad Media” apostilló Solaun, quienes cimentaron la historia de Balmaseda piedra a piedra.
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