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Su pasión. Iñaki Etxeberria posa en su casa de Olaberria. A sus espaldas parte de sus más de tres hectáreas de uva. :: ELOSEGI
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Más de uno se habrá quedado sorprendido al descubrir en la subida hacia el caso urbano de Olaberria, desde Ihurre, un pequeño viñedo al lado de una gran casa blanca. ¿Vino en el Goierri? Pues sí. Txakoli para ser más precisos. Y con denominación de origen. De Getaria, aunque elaborado en Olaberria, procedente de uvas cultivadas al calor del verano goierritarra, lejos de la brisa marina. Hace uno años algo así sería difícil de creer. Pero ahora, gracias a la iniciativa del gabiriarra Iñaki Etxeberria, es un hecho.
Y eso que no lo ha tenido fácil. Problemas legales y trámites burocráticos le han impedido durante varios años no elaborar el txakoli, pero sí venderlo como tal, ya que este término, ‘txakoli’, está limitado a la denominación de origen. Incluso en algún momento llegaron a peligrar las propias vides, ya que recibió orden de arrancarlas. Pero todo eso ha quedado atrás y ahora el txakoli ‘Bengoetxe’ es una realidad, que este año se plasma en una producción de 15.000 litros, elaborados, además, de forma ecológica.
Para conocer el origen de esta aventura hay que remontarse unos diez años. O más exactamente 20, cuando Etxeberria se casó y se fue a vivir al caserío de su mujer en Olaberria. Pero fue hace una década cuando se introdujeron en el mundo de los viñedos, después de que su suegro decidiera quitar las vacas que tenían, cansado de un trabajo muy esclavo. Fue un momento clave en el que tuvieron que decidir a qué dedicarían sus terrenos. Un familiar les habló de la posibilidad de meter uva, ya que él tenía experiencia con un viñedo en la zona de San Asensio. Les pareció buena idea y se pusieron a ello.
«Trajimos las vides de Iparralde. De la variedad Hondarribi Zuri básicamente. Aunque también tenemos Hondarribi Txikia y Bromonsen. En total plantamos 3,3 hectáreas de viñedo». En un principio, su intención era la de vender la uva, pero no contaban con las leyes de Bruselas, que regulan de forma estricta la plantación de las vides, para lo que es necesario contar con derechos que se reparten a través de las denominaciones de origen.
Así las cosas, un año después de meter las primeras plantas en su terreno, en 2002 llegó desde Diputación la orden de quitarlas. Fueron años duros, en los que el sueño estuvo a punto de desvanecerse. Pero no estaban solos. Con ellos, había más viticultores del interior de Gipuzkoa dispuestos a plantear batalla. Después de mucho esfuerzo llegó el visto bueno, primero de la Diputación y después de la Denominación de Origen de Getaria que decidió acogerlos bajo su paraguas.
La primera cosecha
Durante esa travesía del desierto no estuvieron parados. «En 2004 recogimos la primera cosecha. No teníamos permiso todavía para elaborar txakoli, pero sí vino de mesa. No teníamos mucha idea de cómo hacerlo… Además, todavía no teníamos toda la infraestructura necesaria en casa, así que tuvimos que llevar la uva a la prensa de una sidrería de Olaberria. Volver a traerla a los depósitos aquí. Pensamos que tanta vuelta no le sentaría bien al caldo, pero la verdad es que quedó bastante bueno», asegura.
La plantación del viñedo supuso, evidentemente, la transformación de la vivienda. Lo que antes era una cuadra se convirtió en bodega. Iñaki reconoce que fue una inversión «muy importante» e incluso duda de que algún día le resulte rentable. Pero es su pasión, en la que involucra a toda la familia, sobre todo a su mujer y sus tres hijos y a la que le dedica prácticamente todo el tiempo libre que le deja su trabajo en Irizar. «Es más que un hobby, porque también es una obligación. No puedes descuidar el viñedo».
De hecho, ahora comienza la temporada de más trabajo en el campo, con la poda. «Es algo importantísimo para que no se descontrole la cepa», asegura. Después, hay que ver lo que depara la climatología en los siguientes meses. «2008 fue malísimo en ese sentido, lo que redujo la producción a un tercio. El pasado año fue mejor». La vendimia, por su parte, se limita a dos días, a principios de octubre.
En otoño recogieron unos 21.000 kilos de uva que han dado cerca de 15.000 litros. «Creo que viene bastante bueno, de 11,5-12 grados, con un buen punto de acidez y de dulzor», adelanta Etxeberria que calcula que la pondrán a la venta en marzo. Y además, lo hará con novedad, ya que el txakoli Bengoetxe llegará con etiqueta de vino ecológico, que acredita su elaboración sin valerse de pesticidas ni abonos químicos. Tampoco llevará gas carbónico, lo que se traduce en «algo menos de chispa, sólo la chispa es natural».
Etxeberria aclara que desde el primer momento ha elaborado su txakoli siguiendo las directrices de la producción ecológica, pero que la obtención de la etiqueta que lo certifica lleva un proceso. Es su aportación a una vida más sana, «a pesar de que la producción de uva por hectárea suele ser inferior».
¿Txakoli lejos de la costa?
Tanto o más recelo que el marchamo de ecológico puede suscitar el hecho de haber roto la inevitable asociación de txakoli y costa. «Evidentemente, la disparidad climática marca también diferencias entre los caldos de la costa y el interior. Aquí tiene menos acidez. En verano, el sol calienta más, por lo tanto, da un txakoli con más graduación», afirma. Además, subraya que su viñedo está situado «en una zona ventosa, lo que ayuda a eliminar la humedad que propicia la aparición de roya en las plantas».
No obstante, cabría recordar a los más escéptico, que también hay un txakoli con denominación de origen de Álava, procedente de uva de Amurrio. Desde luego, Etxeberria, apuesta por su producto, tanto que ya ha conseguido permiso «para plantar otros 5.000 m2 de vides. De esta forma llegaremos a las 3,8 hectáreas». La aventura continúa.
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