Publicamos un exhaustivo estudio histórico sobre el chacolí desde sus orígenes hasta la actualidad. Una visión holística sobre los vinos que reciben el nombre de chacolí. Sus autores recopilan referencias históricas de diversos archivos, métodos de elaboración, sistemas de conducción del viñedo, variedades de vid y zonas de producción.
Autores: Hidalgo, J., Ocete, R., Lacoste, P., Lara, M., Sáenz de Buruaga, M.T., Arribas, P., Rubio, I.M., Garín, J.M., Larrañaga, J.A., García Martínez, J.A y Ocete, C.A.
El germen del presente artículo se acuñó en la localidad chilena de Doñihue, donde se celebró, en 2017, un simposio titulado Chacolí de dos Mundos. En el mismo se presentaron ponencias sobre estos vinos, tanto españoles como chilenos.
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Introducción
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Unos 5.000 años más tarde de la domesticación transcaucásica de la vid, los fenicios, procedentes de la zona del actual Líbano, fueron los vectores de este cultivo hacia la Península Ibérica (González de Canales et al., 2020), seguidos por los griegos, cartagineses y romanos. Casi 1500 años después, los españoles llevaron este cultivo a sus colonias. Allí se explotó a mucha mano de obra esclava de color. Los terratenientes, incluidas las órdenes religiosas, como los Agustinos o los Jesuitas, la destinaban a las labores del viñedo, de bodega y a la producción de contenedores de vino, tanto de madera como de cerámica. Solamente en Chile, la orden que fundara Íñigo de Loyola, contaba entre sus posesiones destinadas a la vitivinicultura con unos 1200 esclavos en el momento de la expulsión, por orden de Carlos III en 1767. Puede decirse que esos esclavos tuvieron un papel importante en la viticultura colonial en Chile. ¡Fueron cofundadores de esta industria! (Lacoste y Aranda, 2016).
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En la Península Ibérica, los territorios de las zonas tradicionales productoras de chacolí han sido Cantabria (Ajo, Bárcena de Cicero, Castro Urdiales, Liendo, Noja, Santander, Santoña, Valle de Villaverde, etc.), Burgos (desde La Bureba hasta el Valle de Mena) y el País Vasco. En dicha área geográfica, probablemente, los racimos de vid silvestre de los bosques de ribera de su red fluvial serían aprovechados por el hombre desde la Prehistoria, como ha ocurrido en otras regiones de la Península Ibérica (Rivera y Walker, 1989). Un territorio que estuvo protegido por los Pirineos, en la última fase glaciar, por lo que constituyó uno de los refugios europeos para las poblaciones silvestres. Cabe destacar que ciertos yacimientos arqueológicos prehistóricos, paleolíticos y neolíticos, se encuentran cercanos a algunas poblaciones relictas de vid silvestre que aún se conservan.
Prensa de capilla, siglo XVIII. Museo etnográfico de Artziniega (Álava)
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Algunos ejemplos de los mismos son la Cueva de Santimamiñe, situada en la zona de la Reserva de la Biosfera de Urdaibai (Bizkaia); las Cuevas Covalanas, ubicadas en las inmediaciones de Ramales de la Victoria (Cantabria) y cercanas a las riberas del Asón, o el menhir de Mijaralengua, en tierra burgalesa cercana al Ebro. Más alejada se encuentra la Gran Dolina de Atapuerca, donde se han encontrado restos palinológicos datables en la transición del paso del Pleistoceno Inferior al Medio, cuando se produjo la última inversión de los polos terrestres.
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La introducción de las variedades de cultivo en la zona de España se produciría durante el periodo de la romanización. De hecho, los motivos ampelográficos son frecuentes en la cerámica de yacimientos romanos alaveses, como puede observarse en el museo Bibat de Vitoria/Gasteiz, así como en la ornamentación de sarcófagos paleocristianos hallados en Quintanabureba (Arribas, 1989).
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La irrupción musulmana que alcanzó buena parte de la actual Castilla, supuso que la población nativa buscara en las estribaciones de la Cordillera Cantábrica.
La viña está presente en el año 837 en los documentos de Valpuesta del obispo Juan. Esta diócesis comprendía diversas zonas productoras de vino del actual País Vasco y de Burgos. También, en la documentación del abad Paulo, sobre los valles de Tobalina y Losa, datables entre los años 853-858 (Huetz de Lemps, 2001).
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Lagar de prensado y torco aparecido en una excavación arqueológica reciente, en el bajo de un solar del casco antiguo de Mundaka (Vizcaya)
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Las alusiones al viñedo aparecen referidas también en las donaciones hechas en Briviesca y Prádanos por el conde Diego Porcelos, fundador de la ciudad de Burgos. Asimismo, en el Fuero de Miranda, dado por Alfonso VI en 1099.
Los monasterios constituyeron los epicentros del cultivo de la vid, dadas las importantes ganancias que obtenían de las rentas de sus colonos y diezmos de la cosecha. Dentro de la zona burgalesa, el monasterio de San Salvador de Oña, en 1229, concedió tierras para plantar a colonos por diversos periodos de tiempo, entre 28 y 80 años. Éstos debían pagar los diezmos durante los 8-10 primeros años; luego, iba al 50% con el monasterio. Parte de la plantación se conducía en forma de parral, armado sobre madera de sauce, según la colección diplomática del citado año (Huetz de Lemps, 2001), donde puede leerse: que plantedes y cad´anno diez salzes et seis ceresos; et los salzes que sean todos para vos por la labor del parral sobredicho.
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Esta investigación se publicó en la revista Enoviticultura nº 78.
SOBRE LOS AUTORES
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Hidalgo, J. Aunia Elkartea, Laudio (Álava).
Ocete, R. Freelance, Tirgo (La Rioja).
Lacoste, P. Universidad de Santiago (Chile).
Lara, M. IFAPA Rancho de la Merced, Jerez de la Frontera (Cádiz).
Sáenz de Buruaga, M.T. CEMPSA, Vitoria/Gasteiz (Álava).
Arribas, P. Freelance, Burgos.
Rubio, I.M. Herbario de los Montes Obarenes, Miranda de Ebro (Burgos)
. Garín, J.M. Freelance, Hernani (Guipúzcoa).
Larrañaga, J.A. Freelance, Zarautz (Guipúzcoa).
Martínez, J.A. Museo Etnográfico, Montejo de San Miguel (Burgos).
Ocete, C.A Máster en Enología Innovadora, Tirgo (La Rioja).
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